Hoy dia 5 de Junio, se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 con motivo de la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano, como un modo de estimular una reflexión acerca de uno de los problemas más graves que nos afectan: el sistemático deterioro ambiental.
El lema para este año es "Acabar con la adicción: hacia una economía de bajo consumo de carbono", como un llamado a países, empresas y comunidades para que se esfuercen en reducir las emisiones de efecto invernadero.
La dependencia de la energía basada en el carbono ha producido una acumulación considerable de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Como lo ha señalado Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, nuestro mundo es víctima de una grave adicción al carbono que nos hace negar verdades importantes y no nos permite ver las consecuencias de nuestros actos.
La sistemática tala de bosques es también la causa de este efecto invernadero. No se trata solamente de la demanda de madera y papel, sino también de la presión por más tierras de cultivo, que va haciendo desaparecer, cada año, un porcentaje importante de masa boscosa. La creciente demanda de biocombustibles genera, además, en varios lugares del planeta una amenaza para los bosques, lo que impide que absorban el carbono de la atmósfera, uno de los tantos servicios ambientales que éstos brindan y que no se contemplan como pérdidas al momento de cuantificar el valor de un bosque.
Se trata de un fenómeno mundial que nos obliga a preguntarnos si estamos en condiciones de plantearnos cambios que vayan más allá de lo meramente coyuntural, un desafío ético imperioso que implica modificar una lógica autodestructiva. Pero no solamente es factible, sino además indispensable, realizar cambios que impliquen mejoras duraderas. Es la única manera de asegurar la capacidad de nuestro planeta de sostener una vida digna para las generaciones futuras. Quizás el hecho de que exista un día del medio ambiente, como el de hoy, sea una prueba contundente de que aún no nos reconocimos como parte de él.